Cada día que el presidente de México Andrés
Manuel López Obrador participa en su conferencia, desde Palacio Nacional, cada
día los medios aprovechan para sacar de contexto su discurso, la famosa “guerra
sucia” de los dueños de pasquines que se vieron beneficiados por el régimen neoliberal
del PRIAN. El diario El Financiero es un ejemplo de ello, al obtener un crédito
blando por 2,400 millones de pesos (Ver “Peña dio crédito de 100 millones de dólares a El Financiero”); o el dueño de otro medio Excelsior, Olegario Vázquez
Raña que cerró un contrato leonino de “renta de reclusorio” al Gobierno Federal
durante el sexenio de Felipe Calderón (Ver “Los reclusorios, negocio de más de200 mil millones de pesos para 6 magnates”).
“La clase media aspiracionista, individualista
y sin escrúpulos morales” de la que habla AMLO, es aquella a la que pertenecen
las personas que se relacionan o trabajan con los gobiernos federales,
estatales y municipales, y que lo hacen con la única finalidad de enriquecerse a
través del erario o los recursos públicos: Obra pública, proveeduría de
servicios e insumos, medicamentos, outsourcing, o se transfieren rubros públicos
a privados como las guarderías, comedores escolares y reclusorios (Ver "Guarderías,negocio sucio para el PRI y el PAN"), o venta y compra de activos con ganancias exorbitantes
(Ver “Alonso Ancira, el rey del acero acusado de corrupción”).
Los comentarios de AMLO siempre han sido
sacados de contexto, aún antes de llegar a la Presidencia de México. Y hoy,
al ser la figura pública más relevante, existen analistas, periodistas que se
montan en sus discursos para generar contenidos, o que igual, por dolo o
ignorancia se han sentido aludidos en esta “clase media aspiracionista,
individualista y sin escrúpulos morales” y crean todo un discurso resentido en contra del primer
mandatario del país, con verdadera vocación de servir a las mayorías (Ver
“Clase media y AMLO”). Con grandilocuencia se muestran afectados, ofendidos por
un discurso político, por sentirse coartadas sus “aspiraciones” materiales,
económicas en la vida, se piensan los verdaderos salvadores de la patria, los
que con “sus impuestos” tienen el pleno derecho de molestarse con todos
aquellos que no vean que son “hijos del esfuerzo”. Resulta paradójico que para
estos héroes sin capa, el grueso del país no cuenta, o si cuenta no tiene voz,
ni voto: campesinos, albañiles, obreros, comercio informal, las “marías”, los
“viene viene”, los vendedores de tamales y de camotes, electricistas,
fontaneros, plomeros, recogedores de basura, macheteros, meseros, taxistas,
choferes, empleadas domésticas y nosotros todos, no tenemos “aspiraciones”, las
aspiraciones son de ellos, los aludidos clase medieros de ciudad, del
“shopping” y del Netflix. Quizá el problema no sea las palabras del presidente
Andrés Manuel López Obrador, como el egocentrismo de unos pocos, que les nubla
el pensamiento y les vuelve cortos de miras.
Elan Vital
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